PELOTA PREHISPANICA

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Por

Edilberto Ríos


EL JUEGO DE PELOTA MESOAMERICANO



El juego de pelota, cuyo origen se remonta a la época de esplendor de la cultura olmeca, se habría difundido por aquellas regiones del Golfo de México en que abundaba el caucho del que se obtenía el látex. Si bien las más de 18 canchas halladas en el Tajín permiten suponer que allí se desarrollaban anualmente rituales religiosos y cultos particulares vinculados al juego de pelota, este juego se diseminó por casi todos los confines de Mesoamérica y el Caribe por lo que puede ser considerado la ceremonia más difundida de toda el área cultural ya que aun era practicada por los aztecas tras la conquista. Se practicaba en las ciudades de la gran época maya y entre las viejas culturas de Oaxaca. Seguramente los aztecas recibieron este juego de sus predecesores.
Con todo, el ritual del juego parece haber variado de una cultura a otra.
La mayor parte de las canchas constaban de un espacio rodeado con muros de piedra, con una zona central en forma de “I” que era completada con dos campos transversales en los extremos y delimitados lateralmente, algunas canchas contenían dos aros, uno en cada lado, por donde los jugadores deberían pasar la pelota para ganar el juego sin importar el marcador que hubiese. Los espectadores apostaban por uno de los dos equipos en disputa, los cuales estaban integrados por varios nobles. Entre los Toltecas, por ejemplo, el juego culminaba con la muerte del adversario.

Para los aztecas, las canchas eran lugares especiales llamados tlachtli, con la parte central más larga que las laterales. Se empleaba una pelota de hule macizo que solo se podía golpear con el codo, la rodilla o la cadera; y el juego consistía (como en casi todas las demás regiones) en mandar la pelota de uno a otro campo, pasando siempre la raya que estaba en medio. Pero si uno de los partidos lograba pasar la pelota por uno de los anillos que estaban empotrados en las paredes laterales, ganaba el juego, no importa cuál fuera el número de tantos que tuviera perdidos.
La pelota, hecha de hule macizo, era tan dura y producía un golpe tan fuerte, que el individuo tenía que ir cubierto con una especie de delantal hecho de cuero relleno de algodón. En una rodilla, que era la que tenía que poner en tierra cuando se arrastraba, para presentar el codo o la cadera, llevaba una rodillera, y en las manos, guantes de cuero duro, para impedir que se lastimara cuando se arrojaba al suelo al dar el golpe a la pelota. Tan fuerte era el golpe que, según nos dicen los cronistas, “después del juego quedaban los cuadriles de los jugadores tan lastimados por los golpes recibidos, que tenían que sajarse esta parte con unas navajas de obsidiana para que saliera la sangre molida”.

Este juego era tan importante, que en los manuscritos mixtecos vemos a los grandes príncipes y reyes en el campo llevando en las manos joyas de oro o de jade que apostaban en la contienda, y en el Popol Vuh se dice que los dos hermanos semidioses quichés Hunahpú e Ixbalanqué (representando el lado luminoso del cosmos), debieron enfrentarse a los seres de la oscuridad en una lucha que fue resuelta mediante la práctica del juego de pelota.

El juego tenia una significación religiosa y era en realidad un templo. La pelota representaba al astro: Sol o Luna, o bien el movimiento de toda la bóveda celeste. Entre los edificios del Templo Mayor en Tenochtitlan que menciona Fray Bernardino de Sahagún, existían por lo menos dos que estaban dedicados al Sol y a la Luna.






Jugador de Pelota maya










Dereschos Reservados, Edilberto Ríos, México 2008 ®
Esta es una producción independiente destinada a presentar los espacios turísticos de la República Mexicana.

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